“Un lugar donde las ásperas tierras de secano, algarrobos, olivos, campos abandonados y pinos azotados por el viento llegan hasta el mar” (J. M. Almerich)
En estos días de pandemia, de confinamiento, de necesaria reinvención, ha saltado a la palestra la necesidad de, por fin, aplicar de forma concreta conceptos, hasta ahora meramente teóricos, tales como sostenibilidad, capacidad de carga del destino y aforos de las playas. En pocas palabras, una vuelta al pasado…¿Os imagináis como era aquel Mediterráneo de hace sólo unas décadas?
Os invitamos a un lugar que rezuma olor a salitre, pintado de tonos ocres, verdes, pero sobretodo azules, y nos acuna la brisa marina con el vaivén hueco de las olas.
En el norte del norte, entre Peñíscola y Alcossebre, en la histórica y diversa comarca del Maestrat, encontramos un paraíso costero que, especialmente en este contexto, se perfila como el sueño de cualquier viajero: La Sierra d´Irta.
Irta es una joya natural y cultural, y su conservación, un auténtico milagro pese al avance de la urbanización. Un Parque Natural, reserva marina incluida, donde el reloj se detuvo hace tiempo ya, reducto de panorámicas espléndidas, donde se funden en un abrazo la montaña y el mar, ya que conserva celosamente unos 13 km de costa virgen, con una sucesión de calas de aguas cristalinas
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Un hecho insólito en el hoy masificado Mediterráneo español, constituyendo un espacio de 12000 ha único entre la frontera francesa y hasta el Cabo de Gata.
En este amplio oasis natural próximo al inconfundible baluarte de Peñíscola, entre deliciosos senderos, podremos explorar dos castillos islámicos (Xivert y Polpís), ermitas, despoblados moriscos, poblados íberos y varias torres vigía (Badum, Ebrí, Torre Nova) que evocarán la proverbial función de centinela de esta estratégica sierra litoral.
Irta fue esencial para la supervivencia de nuestros antepasados….sirvió de tierra de invernada de ganados trashumantes, área de aprovisionamiento de leña y recolección de plantas “multiusos”, como el palmito (chamerops humilis), lugar de carboneo y elaboración de cal, orilla marina explotada por pescadores y zona de cultivo sostenible tras el espectacular abancalamiento y roturación de sus tierras desniveladas e inhóspitas. Hasta hace pocos decenios esos áridos bancales de piedra en seco fueron hogar para algarrobos, viñedos y olivos, y hoy ofrecen testimonio mudo, frente la soledad del azul Mediterráneo, de la secular lucha por la supervivencia.
Uno de los aspectos más fascinantes de nuestra Sierra es su riqueza geológica, especialmente sorprendente en la misma línea costera, formada por bellas calas y acantilados, donde encontramos diversos ¨ullals”, manantiales de agua dulce subterránea (que algunos estudios estiman en la friolera de 400 hm3 anuales) que nacen para fundirse inmediatamente con las olas del mar, y que engendraron evocadoras leyendas. ¿Os imágináis encontrar agua dulce en la misma arena?
En definitiva, un lugar en el mundo para perderse y para encontrarse de la mano de un buen guía.Por muchas razones vale la pena explorar la última Sierra Virgen del Mediterráneo español.
Y con ello reconciliarse con el Mediterráneo más auténtico y salvaje, el que hoy, más que nunca, tod@s debemos proteger como oro en paño.
Ester Llorach Ayza
Guía oficial 498
Explora Maestrat TA-84-CS (www.exploramaestrat.com)